Ya hemos vuelto a la rutina: la rutina de la casa, de llevar y traer niños, del trabajo, de la compra, de poner lavadoras, de preparar comidas, de acostarse molida y de levantarse como un zombi. Si embargo, es la rutina de un circo de tres pistas: tienes que hacer malabares para que los platillos del chino sigan moviéndose, todo fluya con normalidad, y adaptándose a todos los imprevistos que surgen cuando menos te lo esperas: un partido de baloncesto de improviso, unos niños a los que hay que ayudar en sus tareas, cosas pendientes que hay que ir solucionando... será rutina, pero no es aburrimiento, eso os lo garantizo. Y en el fondo, bendita rutina, porque eso significa que, dentro de lo malo todo va funcionando con normalidad... y todo sin descuidar la faceta personal, ya que de tanto darte a los otros muchas veces te descuidas a tí misma: es un privilegio dedicarse un poco de tiempo a escribir en este blog, ponerse crema en la cara, leer un poco, y sobre todo tener un hueco para ir a bailar, que es lo que más me libera de preocupaciones. Está claro que dentro de lo que cabe, nuestra vida tiene poco de rutina. Yque siga así.
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